Regreso a Yu Shan (parte 1)

El viento soplaba furioso borrando diminutas pisadas sobre la arena. Al final del rastro caminaba Guram Zranjir, envuelta en una gruesa capa, cubriendo su rostro con una caperuza, sosteniéndola con la mano derecha, mientras que con el dorso de la otra intentaba limpiar de sus ojos la arena vidriosa que lograba colarse hasta ellos.

Delante de ella, el camino terminaba justo donde las gigantescas ruinas de Chiaroscuro sobresalían del espeso océano de arena. A medida que se acercaba, el viento frenaba su azote hasta convertirse en una leve brisa que terminó por desaparecer por completo. El cielo ennegrecido y estático, un rotundo silencio y el inexplicable aroma a incienso anunciaron la transición de Guram hacia la tierra de sombras en la que se había convertido la ciudad. Aquella que había sobrevivido al cambio de las eras estaba ahora convertida en un campo de astillas de cristal, del cual asomaban únicamente obeliscos formados por torres caídas y muros derrumbados.

Pequeños campamentos se habían establecido a la sombra de las ruinas, con apenas un puñado de sobrevivientes en cada uno. La presencia de estos campamentos era cada vez menos frecuente a medida que Guram se acercaba a donde alguna vez se encontró la Plaza de Chiaroscuro. Descendió a través de una escalinata y continuó zigzagueando a través del laberinto a su alrededor, guiada únicamente por una corazonada y el recuerdo del rostro de una anciana.

Guram Zranjir se detuvo frente al marco de una puerta, tras la cuál no había ya edificio alguno. Se quedó allí por un segundo, esperando a que algún nuevo recuerdo se encendiese como una chispa, pero fue una voz detrás de ella la que finalmente rompió su concentración:

-“Ya no está aquí, deberías saberlo”- La voz provenía de un hombre inusualmente alto, cuyo rostro estaba cubierto, a excepción de los ojos, por una pañoleta negra, decorada con complejas grecas en ámbar, la cual caía sobre su torso cubriendo uno de sus brazos completamente. Guram no pudo contener la pregunta que saltó de sus labios –“¿No está quién?”.

Debajo de la pañoleta los ojos del hombre se abrieron ampliamente: –“Entonces es verdad, la infame Guram Zranjir perdió la memoria- el hombre echó a reir y después dijo –“Sin saberlo viniste en busca de “la abuela” ¿Es que acaso estabas buscando venganza inconcientemente?”.

-“¿Quién eres?”- preguntó Guram.
-“Pero si ni siquiera sabes quién eres tú ¿Por qué habría de responderte? Basta con que sepas que tu cabeza tiene precio”

Dando un salto hacia el frente, Guram Zranjir arrojó su capa hacia el rostro del hombre, rápidamente empuñó una de las dos espadas que pendían de su cinto. Antes de caer al piso, la capa formó una barrera entre ambos por un breve instante. La prenda cayó dividida en dos partes y Guram se encontraba ahora a espaldas de su contrincante, enfundando de nueva cuenta su arma.

-“Esto va a ser más sencillo de lo que hubiera imaginado”- dijo el hombre mientras daba una media vuelta para volver a tener a Guram de frente; el textil que cubría su cuerpo se había desenredado y convertido en una cuchilla que logró interponer ante el ataque de Guram. La pañoleta completa parecía cobrar vida y las grecas en ámbar comenzaron a brillar mientras serpenteaba alrededor del misterioso hombre.

Guram tomó su segunda espada entonces y la deslizó fuera de su funda, se trataba de una hoja delgada y recta hecha de metal estrella, con una inscripción grabada a lo largo. La mirada de Guram se fijó en el rostro ahora descubierto de su adversario: -“Naroji, ese es tu nombre…”- murmuró.

La pañoleta se transformó en un ciclón de cuchillas extendiéndose alrededor de Naroji, mientras él estiraba ambos brazos hacia el frente, reconfigurando el suelo detrás de Guram para hacerlo más blando y provocar que los escombros sobre éste se vinieran abajo.

Al verse acorralada entre los enormes pilares de cristal rojo que caían hacia ella y la barricada de cortes generada por Naroji, Guram comenzó a formar diferentes signos astrológicos con su mano libre, imprimiendo cada uno de ellos sobre la empuñadura de su arma. A su alrededor el mundo parecía haberse congelado mientras recitaba “La Escritura de la Doncella Abandonada”. Una vez hubo terminado, las inscripciones sobre su espada se separaron de ella formando cuatro Tiras de Oración que comenzaron a orbitar a su alrededor.

Naroji pudo ver un enorme resplandor, que le obligó a cerrar los ojos, y cuando éste se apagó y pudo por fin ver de nuevo, los pilares de cristal caían uno a uno, estacando su arma al suelo y formando una misteriosa conjunción sideral a su alrededor. De inmediato pudo sentir el acecho de su enemiga, pero antes de que pudiese asumir cualquier postura marcial, Guram Zranjir cayó como un rayo del cielo cortando ambas manos de Naroji.

-“¡Mátame! Termina con esto mujer”- gritaba Naroji con ambos brazos sangrantes cruzados sobre su estómago, inclinando su cabeza y dejando su cuello a merced de aquella que lo había derrotado.

La espada de metal estrella volvió a su funda y Guram dio la espalda a Naroji: -“No estoy interesada en tomar tu vida, sino en retomar la mía, mantente fuera de mi camino y ruega por que nuestros destinos no vuelvan a cruzarse”.

-“Refugio Azul… seguro que encontrarás algo de interés allí…”- dijo por último Naroji al mismo tiempo que Guram Zranjir caminaba fuera de la Plaza de Chiaroscuro.